Basado en las tres obras del pintor Paolo Uccello que narran la batalla de San Romano, este poema también es el reflejo de su nombre (uccello: pájaro) y arremete con la misma liviandad –aerodinámica– del vuelo. Uccello constituye en la obra de Esquinca un viraje y su trabajo más libre y arriesgado. Breve, de apretada concentración, se sirve de un lenguaje con asombrosa flexibilidad que puede armarse, desarmarse y suscitar lecturas múltiples.
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Como todo gran poema, siempre podrá leerse desde distintas ópticas o desaparecer como la imagen de un holograma. Paolo Uccello se dio a conocer por el perfecto dominio de la perspectiva. Casi 600 años después, Esquinca lo traduce, le da un cuerpo verbal y lo impregna de sentidos y de una emoción que estalla lentamente en la imaginación de los lectores.
MYRIAM MOSCONA
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